26 de julio | TODOS
«¡Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; ciertamente que viene! ¡La mañana viene para ti, morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día: día de tumulto y no de alegría sobre los montes!» (Eze. 7: 6-7).
En lo alto de la cordillera del Himalaya, en la parte que pertenece a la India, se encuentra un lago cubierto de esqueletos humanos. Los restos están esparcidos sobre y bajo el hielo, en lo que se conoce como el «lago de los esqueletos». La macabra escena fue descubierta por una patrulla británica en 1942. Desde aquel día el lago ha atraído a investigadores, curiosos y visitantes que se preguntan intrigados qué pudo haber sucedido con aquella gente. Evidentemente fue una muerte repentina y nadie tuvo condiciones de escapar o de protegerse. Seguramente aquellas personas vivían tranquilas y el fin los sorprendió.
No sucederá lo mismo con la humanidad hoy, pues desde tiempos antiguos Dios advierte que el fin se aproxima. «La mañana viene para ti, morador de la tierra», dice el Señor. Aun así, en los tiempos finales de la historia surgirán incrédulos que se reirán de la advertencia divina y se burlarán de los que creen en su Palabra. «Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2 Ped. 3: 10).
A lo lejos ya brilla la estrella de la mañana, anunciando que la noche se va. Se retiran las sombras y el sol de un nuevo día se dibuja en el horizonte. Cuando llegue ese día, «los reyes de la tierra, los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, todo esclavo y todo libre, se esconderán en las cuevas y entre las peñas de los montes, y dirán a los montes y a las peñas: “Caed sobre nosotros y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero”» (Apoc. 6: 16). Sentirán que los condena el Cordero (i.e., Jesús), pero en realidad es su conciencia quien lo hace. Mientras ocurra eso, los que creyeron y se prepararon levantarán los ojos al cielo para recibir al Salvador.
En Acción
Que el paso de los años no te lleve a pensar que el fin nunca llegará. Eso sería aceptar que el sufrimiento no tiene remedio y que el mal gana la batalla. Recuerda que tenemos un Salvador que a su tiempo consumará la historia.