29 de julio | TODOS
«Busqué entre ellos un hombre que levantara una muralla y que se pusiera en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyera; pero no lo hallé» (Eze. 22: 30).
El mediodía parece sin vida y sin luz, a pesar de que el sol brilla con fuerza allá fuera. En la ciudad reina un silencio que asusta. No es ausencia de ruido sino más bien de justicia, de sentimientos y buenas acciones. Hay sol en las calles, pero los corazones laten envueltos en tinieblas de maldad.
Los líderes que deberían dar ejemplo son los primeros en caminar detrás de sus pasiones. «He aquí que los gobernantes de Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre. Al padre y a la madre despreciaron en ti; al extranjero trataron con violencia en medio de ti, y en ti despojaron al huérfano y a la viuda» (Eze. 22: 7-8).
El problema no era solo de los líderes. La expresión «en ti» significa que las perversas acciones de los dirigentes se reflejaban también en la nación. Los culpables no eran solamente ellos. Nadie obliga al pueblo a hacer lo que no quiere. La decisión es personal. Pueden golpear tu cuerpo y encarcelarlo, pero nadie hiere ni encarcela tu alma a no ser que tú se lo permitas.
En medio de ese panorama sombrío, Dios busca hombres y mujeres que sean capaces de reparar la «brecha», la grieta en la muralla. Las murallas espirituales del pueblo están quebradas, se han roto los valores, los principios se encuentran oxidados. «El pueblo de la tierra oprimía y robaba; al afligido y necesitado hacía violencia y al extranjero oprimía contra derecho» (vers. 29).
Dios continúa buscando hombres y mujeres capaces de reparar las brechas. Gente dispuesta a seguirle cueste lo que cueste, tanto frente a las injusticias cometidas por su pueblo como ante las imposiciones sociales de lo políticamente correcto. Personas que permanezcan del lado del bien aunque los cielos se vengan abajo.
En Acción
¿Estás dispuesto a ser uno de ellos? Pero no te lo plantees como algo «heroico»; si es así, se te acabará haciendo muy cuesta arriba. Recuerda que la clave está en el poder de Dios a tu disposición.