30 de julio | TODOS
«Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios. Allí estuviste, y en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad» (Eze. 28: 14-15).
El rey de Tiro sentía que las estrellas lo miraban desde el cielo. A él nada más. Los otros pobres mortales no merecían tal privilegio porque no pasaban de eso, de simples mortales. Entonces Dios le mandó un mensaje a través de Ezequiel. «Tu corazón se ensoberbeció, y dijiste: “Yo soy un dios, y estoy sentado en el trono de dios, en medio de los mares”; pero tú eres hombre, y no Dios, y has puesto tu corazón como el corazón de un dios» (28: 2).
La figura del rey de Tiro es una alegoría a través de la cual podemos ver cómo empezó el pecado. Lucifer era un querubín. Habitaba en «el santo monte de Dios». Los querubines pertenecen a un grupo especial de ángeles. En la Biblia aparecen cumpliendo misiones especiales. Casi siempre, cerca del trono de Dios. Lucifer era perfecto «en todos tus caminos», como nos dice el texto de hoy. Dios no creó al diablo, sino a un ángel perfecto. ¿Por qué un ángel bueno cobijó maldad en su corazón? Es un misterio. Pablo, escribiendo a los tesalonicenses, lo llama «el misterio de la iniquidad».
Ezequiel dice que la causa del pecado de Lucifer fue su hermosura (ver Eze. 28: 17). El original hebreo da la idea de «esplendoroso, brillante». Cualidades que podrían haber sido una bendición para Lucifer, pero, misteriosamente, fueron su desgracia. ¿Explicará eso por qué a veces Dios no nos confía algunos talentos? ¿Pudieran ser la tragedia de nuestra vida?
En Acción
Acepta el hecho de ser como eres. ¡Dios nunca se equivoca! Tú, como eres, de la manera que eres, con lo que tienes o no tienes, eres lo más precioso a los ojos de Dios. Sé feliz así. Aprende a serlo. No vayas por la vida quejándote de no ser más alto, o más bajo, o más gordo, o más flaco. Simplemente sé tú mismo y sé feliz.