31 de julio | TODOS
«Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra» (Eze. 36: 26-27).
Israel jamás dejó de creer en los preceptos divinos. Se esforzaba por cumplirlos, pero fracasaba, y, de tanto fracasar, inventaba una montaña de pequeñas leyes para dar la impresión de que eran muy religiosos. Pero cuando Jesús vino al mundo, dijo, citando a Isaías: «Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí» (Mat. 15: 8).
La hipocresía es un defecto que carcome las virtudes del alma. No existe peor experiencia que la de creer en determinados valores y no vivirlos. El corazón se acostumbra a la falsedad y se endurece hasta convertirse en un trozo de piedra. Pero en el texto de hoy el Señor promete dar a su pueblo un nuevo corazón.
Israel y nosotros necesitamos entender que, por más que nos esforcemos, jamás podremos andar en los caminos de Dios. «La idea de que solamente es necesario desarrollar lo bueno que por naturaleza existe en el hombre es un engaño fatal» (Elena G. White, El camino a Cristo, pág. 17). Necesitamos confiar únicamente en Dios y en su gracia. Eso significa acudir a él como un niño desvalido y escondernos en sus brazos de amor, para que él viva en nosotros; es algo que no podemos hacer por nuestros propios medios.
Nuestra más grande necesidad es reconocer que no podemos, pero que Dios sí puede. No basta aparentar piedad. No es suficiente obedecer simplemente porque alguien nos está observando. Se trata de andar en los caminos de Dios porque los valores divinos han llegado a formar parte de la propia vida.
El pueblo de Dios en los días de Ezequiel necesitaba un nuevo corazón capaz de confiar en la gracia. Hoy, necesitamos lo mismo. Que la ley de Dios deje de ser una simple doctrina y se vuelva parte de nuestra experiencia.
En Acción
¿Le has pedido ya a Dios un corazón de carne? Sensible a las necesidades de los demás, dócil a las enseñanzas de tu amoroso Padre. Canta “Un corazón nuevo” (si es posible, con tu familia).