2 de agosto | TODOS
«Balanzas justas, efa justo y bato justo tendréis» (Eze. 45: 10).
Andrea Lessing, una jovencita que trabajaba en una tienda de ropa donada, encontró en el bolsillo de una chaqueta la suma de 42.000 dólares en billetes de cien. Cualquier persona, cuando menos, podría habérselo pensado dos veces antes de decidir qué hacer con esa cantidad de dinero, pero ella, de inmediato, comunicó el hallazgo al gerente de la tienda. Al preguntarle por qué tuvo esa actitud, su respuesta inmediata fue: «Porque soy cristiana».
La honestidad y la justicia son virtudes que el pecado va desgastando, pero Dios a través de los tiempos buscó un pueblo formado por hombres y mujeres que estuvieran dispuestos a reflejar su carácter a las naciones de la tierra. Un pueblo que no limitase su vida religiosa a las cuatro paredes del templo, sino que se atreviera a vivir los principios en el día a día.
Al leer la noticia de Andrea, mucha gente podría pensar: «Pero qué tonta esa niña». Vivimos en tiempos en los que se confunde la honestidad con ingenuidad, y se llama habilidad a la falta de honradez. Vientos recios de racionalismo humano arrastran los valores al abismo de la indiferencia, nubes oscuras pueblan el cielo azul y lo ennegrecen; puede que cada día resulte más difícil, o más raro, vivir los valores y exaltarlos; sin embargo, cuando el cristiano vive en comunión diaria con Jesús, la honestidad y otras cualidades son el fruto maduro de la fe.
En los tiempos de Ezequiel la honestidad había menguado. El hermano engañaba al hermano cada vez que le vendía trigo o cualquier otro producto. Por afán de lucro, el vendedor manipulaba las balanzas, distorsionaba las medidas de peso causando así pérdida al comprador. Era parte de la cultura de aquellos días y, sin embargo, el profeta advierte al pueblo del consiguiente desagrado divino.
En Acción
Hoy es un día para vivir los valores morales y espirituales que abrigas en tu corazón. Hoy puede ser un día en que brille tu rostro con la gloria de Dios.