5 de agosto | TODOS
«Entonces Daniel respondió al rey: “¡Rey, vive para siempre! Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”» (Dan. 6: 21-22).
El rey tiene el rostro oscurecido por dos profundas ojeras. No ha dormido. El panorama lo sofoca. Es como si tuviera una bolsa de plástico cubriéndole la cabeza e impidiéndole respirar. Babilonia ha caído. Ahora el poder dominante es el Imperio medopersa, gobernado por Darío, amigo personal de Daniel, a quien considera uno de sus mejores consejeros.
Pero los sátrapas engañaron al monarca. Con astucia, urdieron intrigas para que Daniel fuera condenado a morir en el foso de los leones. Humanamente, no había solución, y el profeta de Dios fue arrojado a las fieras hambrientas, que llevaban días sin ser alimentadas.
Los leones se agolparon en torno a Daniel. El profeta cerró los ojos, puso su vida en las manos de Dios y el ángel del Señor cerró la boca de los animales hambrientos. El Todopoderoso defiende a sus hijos en las mayores adversidades. Ni un cabello cae sin que él lo sepa. Sus ojos vigilantes están en todo tiempo atentos a la necesidad de ellos.
¿Hay leones hambrientos buscando devorarte en estos momentos? En tu vida profesional, financiera o familiar, ¿sientes que las fieras se acercan de ti, amenazadoras? Confía en Dios. Su promesa es fiel y verdadera. Él ha prometido que «el ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende» (Sal. 34: 7).
En Acción
Apodérate de esta promesa con fe. No permitas que la duda o el temor dominen tu alma. Los peligros que tienes hoy ante ti son reales, pero no estás solo. ¡El Señor está contigo y serás capaz de andar por encima del mar de dificultades! Canta “Daniel y los leones” (si es posible, con tu familia).