9 de agosto | TODOS
«Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo» (Joel 2: 12-13).
El mensaje del libro de Joel es sencillo y directo. El pueblo de Israel se encontraba ebrio de rebeldía e idolatría. No percibía la iniquidad de su comportamiento. Vivía anestesiado por el pecado y, en consecuencia, los grandes juicios del Señor se cernían sobre él.
En esas circunstancias Dios levanta al profeta Joel con el urgente mensaje que acabamos de leer. No se espera un simple cambio exterior sino una conversión «con todo vuestro corazón», la entrega del ser entero, incluidas las emociones («lloro y lamento») y la conducta (ayuno).
El arrepentimiento real sucede en el interior. En la cultura judía una demostración de tristeza era rasgar los vestidos; un modo de decir: «Estoy tan avergonzado por lo que hice, que no me importa si mi ropa tiene mal aspecto». Joel sabe que es posible rasgar los vestidos sin rasgar el corazón. Por eso, subraya que, al margen de a dónde nos haya llevado el pecado, podemos regresar a los brazos de Dios sin miedo porque, dice Joel, el Señor es misericordioso.
Y es que además la conversión genuina, el verdadero arrepentimiento, es un «don de Dios y una evidencia de que Cristo atrae al alma hacia él» (Elena G. White, Manuscritos selectos, t. 1, pág. 446).
En Acción
Dios quiere seducirte con su amor. Quiere moverte a conversión mostrándote su carácter manso, tierno y compasivo. Conocerlo te derretirá y te acabará dando un corazón nuevo. Así pues, ¡ve a los brazos de amor del Padre ahora mismo! Canta “Convertíos a Jehová” (si es posible, con tu familia).