16 de agosto | TODOS
«Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Miq. 6: 8).
El capítulo 6 del libro de Miqueas describe un conflicto entre Dios y su pueblo. Dios les pregunta a sus hijos la razón que tienen para ser rebeldes. Les recuerda el amor con que los ha cuidado a lo largo del camino desde el día en que los libertó del poder esclavizador de Egipto y la manera tierna como los protegió a través del desierto.
Sin embargo, el pueblo parece no entender. En su opinión, el Señor se queja sin motivo, porque ellos se reúnen todos los sábados en el templo cumpliendo el ritual. Por eso preguntan: «¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios Altísimo? [...] ¿Se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?» (Miq. 6: 6-7).
La pregunta del pueblo viene salpicada de ironía y sarcasmo. Da a entender que Dios reclama porque está insatisfecho con la cantidad de sacrificios. Ellos saben que eso no es verdad, pero preguntan para dar a entender que la reclamación divina es exagerada. Parecen indagar también si es necesario realizar sacrificios humanos para satisfacer al Señor, revelando así la influencia de la cultura pagana que los rodea.
No perciben su triste situación. Para ellos todo anda bien. En ese contexto Dios responde que lo único que pide es hacer justicia, amar la misericordia y humillarse ante él.
Con la mentalidad occidental nosotros daríamos mayor o menor importancia a estas tres acciones según el orden en que las leemos (hacer justicia sería la más importante). Pero en la cultura hebrea el orden de las prioridades se pone a la inversa. La base de la relación con Dios es humillarse ante el Señor, y el resultado de ese sometimiento al Señor es practicar justicia y ejercer misericordia. A pesar del sentido del orden de las palabras en hebreo, el pueblo judío hacía todo lo contrario. Vivía más preocupado en aparentar y hacer que en ser.
¿Cuál es tu actitud?
En Acción
Dios no te pide que le «compres» (a él o sus bendiciones) con una «buena» conducta formal, ni con rituales externos. Lo que él desea es que reconozcas tu insuficiencia, te dejes cambiar por él, y a partir de ahí reflejes su amor ante tus semejantes. Canta “Lo que pide Jehová de ti” (si es posible, con tu familia).