24 de enero | TODOS

Yo soy tu sanador

«Les dijo: “Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador”» (Éxo. 15: 26).

El covid-19 y otras pestilencias han segado la vida de millones de personas en el mundo. Sin embargo, las enfermedades nunca estuvieron en los planes originales de Dios. Los problemas que aquejan a la salud física son resultado de la entrada del pecado. Hoy sufrimos dolencias por tres motivos: el medio ambiente contaminado en el que vivimos, la herencia genética que cargamos y la desatención de las instrucciones divinas. De las dos primeras tal vez no seamos responsables; en cambio, prestar oídos a los consejos divinos es una decisión nuestra.

El peregrinaje de Israel por el desierto no era fácil. Imagina por lo menos dos millones de personas caminando, sin asistencia médica, ni clínicas, ni hospitales. Debió de ser un problema sanitario de dimensiones gigantescas. ¿En qué situación quedaría hoy una ciudad con dos millones de habitantes, sin médicos ni puestos de salud?

Ante un cuadro semejante, Dios tenía que cuidar más del aspecto preventivo de la enfermedad que del tratamiento. Dios es Dios. Podía curar cualquier enfermedad solo con el poder de su palabra, pero quiso enseñarnos la importancia de la prevención en el cuidado de la salud. Por eso les pidió que escucharan la voz de su promesa, como leemos en el versículo de hoy.

«Cristo había sido [el] Guía y Maestro del antiguo Israel, y le enseñó que la salud es la recompensa de la obediencia a las leyes de Dios» (Elena G. White, Ser semejantes a Jesús, pág. 291).

En Acción

Piensa en los aspectos que necesitas mejorar a fin de preservar una buena salud física, mental y espiritual. Ora para que el Señor te dé fuerzas para ponerlos en práctica y así prevenir las enfermedades. Canta “Yo Soy Jehová tu sanador” (si es posible, con tu familia).