2 de septiembre | TODOS
Jesús te invita a cargar su yugo
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga» (Mat. 11: 28-30).
Las personas a quienes el Señor Jesús dirige esta invitación viven cansadas, trabajadas, estresadas y agobiadas porque no son mansas ni humildes. Tienen un carácter explosivo, son coléricas, reaccionan con rabia ante cualquier situación adversa y, en momentos de ira, dicen palabras hirientes de las que luego se arrepienten. Esa actitud les causa innumerables problemas. Pierden el empleo, la familia, el dinero, las oportunidades y los amigos.
También son orgullosas y soberbias. Creen que el mundo es demasiado injusto con ellas, que los otros no reconocen su valor. Se consideran superiores a todo el mundo. No lo dicen, pero lo piensan, y se desesperan cuando están a solas.
Este tipo de personas somos todos los que un día nos separamos de Dios y, por ello, perdimos la imagen y semejanza con el Creador. Ahora viene Jesús y nos invita: «Venid a mí». No se lo dice a los que están cerca, sino a quienes aún no se han acercado. El drama humano es vivir lejos de Dios. Así, nos encontramos solos, perdidos, afligidos, cansados y agobiados.
La única solución es volvernos a Dios. Le pertenecemos a él. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a caminar y a vivir sin él. Por eso, la invitación del Maestro no es solo a ir a él sino también a tomar su yugo. El yugo une a dos bueyes al arar la tierra. Generalmente se forma una yunta atando con el yugo a un buey experimentado y maduro con otro joven y novato. Cristo usa esta figura para decirnos que necesitamos andar cada día con él a fin de aprender de su mansedumbre y su humildad. Entonces, y solo entonces, encontraremos el descanso para el alma.
En Acción
Tener paz y tranquilidad permanentes, ¿no es esto lo que todo el mundo desea? Pues en Jesús está a tu alcance, él no quiere que vivas estresado ni agobiado. Acude a él hoy y úncete a su yugo, que no es gravoso. Canta “Venid a mí” (si es posible, con tu familia).