4 de septiembre | TODOS

¡Nada os será imposible!

«Jesús les dijo: “Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada os será imposible”» (Mat. 17: 20).

Los discípulos habían fracasado aquella mañana. La multitud se encontraba frustrada con ellos por su incapacidad de expulsar el demonio de un joven. Pero Jesús llegó del monte de la Transfiguración y, ante su presencia, las fuerzas demoniacas se estremecieron y huyeron despavoridas.

Más tarde, a solas, los discípulos le preguntaron por qué ellos no habían podido expulsar a aquel espíritu maligno, y Jesús les respondió: «Por vuestra poca fe». Y en realidad era muy poca la fe de ellos, tal vez nula. Si alguien les hubiese preguntado si creían en Jesús, la respuesta hubiera sido: «Sí, por supuesto». Pero la fe no es un asunto de palabras. No todo el que dice «Yo creo» cree en realidad. La verdadera fe sale del valle cómodo de la retórica y entra en el duro terreno de la acción. Y los discípulos fallaron aquella mañana porque la duda los mantuvo arrinconados en el fascinante mundo de la teoría.

Para ser un incrédulo no es necesario decir: «No creo». El que duda ante el testimonio divino, solo con dudar, niega su fe. Si tuviéramos una fe viva, aunque fuese pequeña como una semilla de mostaza, revolucionaríamos al mundo y las fuerzas del enemigo temblarían.

En cierta ocasión los discípulos le dijeron al Maestro: «Señor, auméntanos la fe». ¿Cómo crece la fe? Ejerciéndola. El que cree ahora, creerá más después. El que ahora confía, confiará mejor mañana. La fe crece como crece todo en la vida. Primero semilla, luego una débil planta que madura, se torna fuerte y produce frutos. El secreto es mantenerse cerca de Dios, caminar con él, vivir una experiencia de comunión diaria y constante con él.

En Acción

Textos como el de hoy no deben movernos a confusión. La fe no es algo que nosotros creamos, es Dios quien nos la da. No es la fe la que produce los milagros, es de nuevo Dios quien los hace. Tú mantente unido a él para que él te lo dé todo: la propia fe y «mover montes de aquí allá», si eso es lo que necesitas. Canta “Nada os será imposible” (si es posible, con tu familia).