9 de septiembre | TODOS
«Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”» (Mat 28: 18-20).
¿Alguna vez has esperado a alguien, sin hacer nada? Si la persona a la cual esperas se retrasa, te molestas y miras constantemente al reloj, tomas el teléfono móvil y le pides que te mande su ubicación en tiempo real.
Pero para el encuentro con Cristo, nada de esto funciona. Él te dio las señales de su venida y, para que no te desanimes o te desesperes mientras no llega, te confió una misión. Les dijo a sus discípulos que, en vez de quedarse nerviosos mirando constantemente al reloj de las profecías, ocupasen su tiempo y sus energías haciendo otros discípulos. La orden fue «Id». Para ir, es necesario primero levantarse y caminar. Nadie puede ir mientras permanece en una cama o sentado en el banco de una iglesia. La iglesia es como un puesto de gasolina donde abasteces el tanque para continuar yendo. Vas a la iglesia para adorar a Dios, a confraternizar con los hermanos y a recibir la inspiración necesaria para continuar cumpliendo la misión. La iglesia no es un club religioso, sino un lugar de inspiración para salir y hacer otros discípulos.
¡Ve y cumple la misión! El que te la confió te dio al mismo tiempo el poder para realizar la obra que te encomendó. Ve y cumple la misión, bautizando y enseñando a las personas a que caminen con Jesús siguiendo sus enseñanzas. No estás solo. Jesús está contigo. Todos los días, hasta el fin del mundo.
En Acción
Pon tu vida en las manos de Dios y dile: «Señor, estoy aquí, quiero ser un instrumento en tus manos para decirles a quienes aún no te conocen que los amas y vienes pronto a llevarlos contigo». Canta “¡Id y haced discípulos!” (si es posible, con tu familia).