13 de septiembre | TODOS
«Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía”» (Mar. 10: 14-15).
Jericó, aquella mañana, amaneció triste y sombría pero de repente la ciudad se iluminó con la llegada del Peregrino del amor. Por donde iba Jesús las penas desaparecían, se ausentaba el dolor y la alegría encendía el horizonte de vidas mortecinas. Aquel día en Jericó, los niños corrieron a sus brazos. Los discípulos trataban de frenarlos, pero el Maestro los hizo desistir. Los niños, con esa actitud más pura que la del adulto, recibirían el reino de los cielos.
La virtud de un niño no es solo su inocencia, o pureza, sino, por encima de todo, su dependencia. Abandona, por ejemplo, a un niño de tres años en medio de la jungla, con mucha comida, suficiente agua y un buen cobertor. ¿Cuántos días crees que sobrevivirá? A pesar de los recursos a su disposición, morirá en poco tiempo. La dependencia de un niño es completa. Necesita de alguien que lo ayude. La lección que Jesús desea enseñar es que para alcanzar la salvación, necesitas volverte como un niño, completamente dependiente de lo que él hizo por ti. Tú no puedes. Pero el Señor sí puede. Entonces corre a sus brazos como un niño desvalido y permite que él haga por ti lo que tú eres incapaz de hacer por ti mismo.
Requiere tiempo aprender esta lección básica de la experiencia cristiana. A menudo las personas creen que presentando buenas obras delante de Dios, ganarán algunos puntos a favor de su salvación. Se olvidan de ser niños y saltar a los brazos de Jesús, y se distraen esforzándose y luchando para cumplir un determinado código de conducta, olvidando que las buenas obras son tan solo el resultado de permanecer en Cristo.
En Acción
Tengas la edad que tengas, corre a Jesús en este momento. Dile que le necesitas y que deseas vivir con él y para él. No temas parecer un niño, ¡todo lo contrario! Canta “Como un niño” (si es posible, con tu familia).