22 de septiembre | TODOS
«Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”» (Luc. 15: 1-2).
¡Misión incomprendida la de Jesús! Vivió entre pecadores porque había venido a este mundo a buscar y a salvar al que se había perdido. Fue criticado por ello. Pero cuando eres consciente de tu cometido, los vientos contrarios, en vez de desanimarte, son una motivación adicional que te impulsa a alcanzar lo que te propusiste. Las críticas y amenazas no te amilanan.
Jesús sabía de dónde venía, por qué estaba en este mundo y hacia dónde iba. Por eso en Lucas 15 tenemos tres parábolas. La oveja, la moneda y el hijo. Cada una ilustra un tipo de pecador. La oveja sabe instintivamente que está perdida, corre de un lado a otro emitiendo balidos de desesperación y miedo, pero no conoce el camino de regreso al calor de su pastor. Simboliza a todos los pecadores que deambulan perdidos en la vida, conscientes de su situación, pero sin saber cómo encontrar la salida. La misión de la iglesia es enseñarles el camino.
La moneda extraviada es un objeto y por lo tanto no razona. Está en el suelo, empolvada, pisada por los residentes en la casa, oxidada y olvidada, pero es ajena a todo ello. Simboliza a los pecadores inconscientes de su situación pecaminosa. Si les hablas de la salvación, te preguntan burlones: «¿Salvación de qué?».
Finalmente, el hijo pródigo sí es consciente de su estado. Se ve solo, pobre, triste y hambriento, conoce el camino de regreso al padre, pero necesita decidir. Este joven simboliza a los pecadores que saben que están perdidos, que han conocido la Palabra de Dios, que es el camino de regreso al Padre, pero por algún motivo no logran decidir. La misión de la iglesia es ayudarlos a decir sí y a abrir su corazón a Jesús. A fin de cuentas, esa es la misión de Cristo. Por eso, finalmente murió crucificado entre dos pecadores a fin de darles una última oportunidad de arrepentirse. «“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6: 37). Al acudir a él, creed que os acepta, pues así lo prometió» (Elena G. White, El ministerio de curación, pág. 42).
En Acción
Tampoco tú hagas de menos a los «pecadores» (¿acaso no somos tú y yo dos de ellos?). Con el corazón ganado por Jesús, no temas vivir entre ellos para que un día puedan ver la preciosa Luz que tú ya has visto. Canta “La oveja perdida” (si es posible, con tu familia).