3 de octubre | TODOS
«Jesús le dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”» (Juan 14: 6).
En medio de las dificultades de esta vida, los sueños llegan como centellas de luz que iluminan el camino. Los sueños son aquellos momentos encantadores en los cuales abandonamos la realidad para volar en un mundo ideal e imaginario. Pero las promesas de Jesús no son simples sueños generadores de esperanza. Son realidades futuras y concretas.
En el capítulo 14 de Juan, encontramos una de esas promesas. El Señor prometió a sus seguidores que se iba al cielo a prepararles una casa donde vivirían para siempre al lado del Padre. La promesa era tan bella y extraordinaria que algunos discípulos no la podían creer. Tomás, el discípulo que dudaba de todo, preguntó cuál sería el camino para que ese sueño se hiciese realidad, y Jesús le respondió con esa reveladora frase del versículo de hoy.
Un camino sirve para llegar al destino propuesto. Si tomas el camino errado puedes acabar frustrado y desencantado. El final de un sendero equivocado puede ser el sufrimiento, la angustia y la muerte. No existe otro camino hacia el Padre aparte de Jesús. Existen muchas voces y variados caminos hoy. Son sendas ilusorias y seductoras que te llaman bajo diferentes formas, nombres y filosofías.
El 19 de abril de 1993, por ejemplo, el mundo se espantó con la noticia del incendio de un rancho ubicado en la localidad de Waco (en Texas), tras muchas semanas de asedio policial. Las llamas devoraron la vida de setenta y cinco personas que creían sinceramente que David Koresh era el camino a la casa del Padre.
En medio de esas voces, Jesús toca la puerta de tu corazones y te llama. Él es el único camino.
En Acción
Hay muchos caminos engañosos que no conducen ni a la Verdad ni a la Vida. Recuerda que solo Jesús es un camino fiable. Canta “El camino a la casa del Padre” (si es posible, con tu familia).