28 de enero | TODOS
«Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos» (Éxo. 25: 8).
Dios siempre busca a los seres humanos. El pecado los apartó de él, pero jamás logró que Dios se apartara de ellos. En el Jardín del Edén, el Señor buscó a la pobre criatura caída y la encontró cargada de culpa, escondida entre los árboles, y la llamó.
Siglos después, en el desierto, el Señor continuó buscando y llamando a sus hijos. Ordenó a Moisés que le hicieran un santuario. El propósito de Dios era estar en medio de su pueblo. El santuario muestra que Dios busca al pecador para restaurarlo y llevarlo de regreso a la relación de amor que el pecado destruyó. La palabra hebrea traducida como ‘habitar’ tiene el sentido de «establecer residencia permanente en una comunidad».
Por esta razón, el santuario era armado en medio de la congregación, evidenciando así que Dios desea habitar en medio de su pueblo. No al margen, ni a los lados, ni en la entrada, ni a la salida, sino en el medio: en el corazón. Desea ser el centro de la experiencia de sus hijos.
¿Por qué? ¿Acaso él se alimenta de adoración? Eso sería egoísmo. Los dictadores desean que todo el mundo gire en torno a ellos. Con Dios las cosas son diferentes. Sus motivos nacen del amor. Desea ser el centro de la experiencia de sus hijos porque un día ellos salieron de sus manos y solo serán completos y realizados cuando vuelvan a él. Lejos de Dios, los seres humanos solo se crean dificultades. Para ellos, y para los que los rodean. Únicamente en Dios, y con Dios, pueden realizarse y ser felices.
En Acción
Invita hoy a Dios a ser el centro de tu vida, déjale entrar en ella, que more para siempre en tu corazón, que tu cuerpo sea su santuario permanente, y que tu ser irradie su Presencia. Canta “El santuario” (si es posible, con tu familia).