9 de octubre | TODOS

Jesús te promete el poder del Espíritu Santo

«Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hech. 1: 8).

¿Por qué crees que era necesaria la venida del Espíritu Santo a la vida de los primeros discípulos? Lucas registra esta promesa divina. Él es el autor del libro de los Hechos, y también del Evangelio que lleva su nombre. En su Evangelio relata lo que hizo personalmente Jesús mientras estuvo en la tierra, y en el libro de los Hechos presenta lo que el Espíritu hace y desea hacer a través de sus seguidores. Por eso, muchos consideran que el libro no debería llamarse Hechos de los Apóstoles, sino Hechos del Espíritu.

Antes de regresar a su Padre, Jesús reunió a sus discípulos y les prometió la venida del Espíritu. Aquel pequeño grupo de temerosos hombres y mujeres necesitarían poder para evangelizar el mundo de sus días. Esa no era una misión fácil para personas, en su mayoría, pueblerinas, sencillas y sin muchos recursos. No sería fácil chocar con el poder del Imperio romano que, no tardando mucho, los perseguiría implacablemente por causa del evangelio.

La misión que el Maestro les dejaba no era institucional o colectiva, sino personal e individual. Debían ser testigos de la luz divina. No puede testificar quien no estuvo presente en el lugar de los hechos. Un testigo es alguien que da fe de lo que sucedió. La validez de su testimonio proviene de que lo vio, presenció o vivió en su propia experiencia.

Nada de eso podrían hacer los discípulos de Jesús sin el poder del Espíritu. El Consolador vendría no solo para consolarlos sino para darles la capacidad de vivir los eternos principios del evangelio. Solo entonces estarían en condiciones de cumplir la misión.
Lo mismo necesitamos hoy. «En la medida que dejemos que la luz brille, recibiremos más y más del poder del Espíritu. Entonces la tierra será iluminada con la gloria de Dios» (Elena G. White, Recibiréis poder, pág. 185).

En Acción

¿Deseas recibir el poder del Espíritu para ser testigo del poder libertador de Cristo? Con ese poder, arrostrarás sin temor cualquier oposición y tu vida dará mucho fruto.