11 de octubre | TODOS

En ningún otro hay salvación

«Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hech. 4: 12).

Temprano, por la mañana, los líderes religiosos se dirigieron a la prisión donde Pedro y Juan habían pasado la noche presos, y les preguntaron con qué autoridad y en nombre de quién actuaban del modo en que lo hacían (ver Hech. 4: 7). La respuesta de Pedro, que acabamos de leer en el versículo de hoy, es la más extraordinaria declaración de fe.

Solo hay salvación en Cristo. Puedes, si lo deseas, recorrer el mundo entero y llenar tu mente con las más variadas teorías, filosofías y conceptos religiosos. Puedes ejercer el dominio propio, la autodisciplina y la fuerza de voluntad. Incluso puedes flagelarte el cuerpo en penitencia por tus errores. Pero, una vez recorridos todos los caminos, con el corazón vacío y desesperado, caerás a los pies de Jesús admitiendo que en «ningún otro hay salvación».

La vida es dura y llena de trampas. Te ata con cuerdas de esclavitud, te somete a los vicios del cuerpo y del alma, te enjaula en la prisión de tus propias pasiones, te lleva a los límites de la locura. Y, al verte sometido, puedes buscar la solución en los recursos humanos, en la ciencia o en la tecnología, puedes clamar por libertad, acudiendo a las falsas promesas del humanismo; pero, cuando te hayas cansado de buscar y buscar, de correr de un lado a otro sin encontrar lo que anhelas, te rendirás exhausto, frustrado y desencantado a los pies de Jesús para reconocer que en ningún otro haya salvación.

No hay otro nombre en quien puedas encontrar el amanecer de un nuevo día para la noche oscura que atraviesas. Su nombre es Emmanuel, o sea, «Dios con nosotros». Es un Dios siempre presente, que no te abandona, que te busca con los brazos abiertos y te acepta cuando admites tu incapacidad y reconoces su poder.
A despecho de las murallas que se levanten como obstáculos infranqueables en tu camino, puedes ser vencedor porque hay salvación en Cristo Jesús.

En Acción

Nadie te puede comprender, regenerar, guiar, ayudar y cuidar como Jesús. Nada ni nadie satisface como él. Por eso solo en él encontrarás salvación. ¡No tardes más en buscarla! Canta “La cabeza de ángulo” (si es posible, con tu familia).