13 de octubre | TODOS

El amor de Jesús alcanza también a sus perseguidores

«Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al Sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajera presos a Jerusalén» (Hech. 9: 1-2).

Nadie puede ser cristiano si no se encuentra personalmente con Jesús. Existe el peligro de tomar contacto con la teoría del evangelio y creer que eso significa encontrarse con Jesús. El encuentro con Cristo es una experiencia viva que echa por tierra tu gloria y hace por ti lo que no puedes hacer por ti mismo. El encuentro de Saulo con Jesús sucedió camino de Damasco. Charles Spurgeon decía que, como Saulo de Tarso era una persona muy importante en sus días, seguramente iba montado todo orgulloso y soberbio, tal vez en un caballo muy alto, pero Dios solo necesitó unos pocos segundos para ponerlo en su sitio. Así son las cosas con Dios. Él tiene un plan para cada vida, y tiene también su tiempo exacto para hacer las cosas. Saulo era, sin duda alguna, un hombre sincero. Perseguía con toda sinceridad al pueblo de Dios. Pero sinceridad no es sinónimo de estar en lo cierto. Es posible estar sinceramente equivocado. Y Saulo lo estaba. Solo entendió su triste situación aquel día camino de Damasco.

Era mediodía. Y a pesar de la luz del sol, se vio una luz mucho más brillante. Todos quedaron espantados porque todos la vieron, pero solo Saulo quedó ciego. Sus ojos físicos perdieron la visión pero sus ojos espirituales se abrieron y contemplaron a Jesús que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Aquella voz solo la escuchó Saulo. Entonces respondió: «¿Quién eres tú, Señor?». Y dijo la voz: «Yo soy Jesús, a quién tu persigues» (Hech. 9: 4-5). Pobre Saulo, él creía que perseguía a un bando de fanáticos rebeldes, pero perseguía a Jesús. Creía que le hacía un favor a Dios persiguiendo a los cristianos y en realidad luchaba contra él. Es que el prejuicio es torpe, irracional y terco. En el caso de Saulo, Dios tuvo que usar un método drástico para abrirle los ojos.

En Acción

Saulo tenía un concepto de Dios muy alejado del que mostraba Jesús. Un Dios que persigue a quienes no piensan como él. ¿Sigues tú en alguna medida a un Dios semejante, o ya se te abrieron los ojos para contemplar a Jesús?