19 de octubre | TODOS

Dios realiza milagros para el cumplimiento de la misión

«Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. Ellos estaban esperando que él se hinchara o cayera muerto de repente; pero habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios» (Hech. 28: 5-6).

¿Por qué hoy Dios no realiza los mismos milagros de los tiempos bíblicos? Lo cierto es que sí los hace. Son hechos sobrenaturales que suceden cuando Dios quiere, porque él quiere y con quien él quiere.

Sucedió en la isla de Malta. La gente de aquel lugar no conocía a Dios pero fue hospitalaria con los náufragos de la embarcación que conducía a Pablo a Roma, y que había tenido un duro percance en el mar por causa de la tormenta. Las víctimas de aquella tempestad tendrían que pasar algunos días en la isla mientras se intentase recuperar la embarcación.

Cierto día, mientras Pablo recogía leña, fue mordido por una culebra. Los isleños, supersticiosos como eran, creyeron inmediatamente que a Pablo le estaba castigando la justicia divina por algún pecado. Mucha gente hoy piensa lo mismo. Que Dios castiga a los desobedientes enviándoles dolor, enfermedad y accidentes. Pero eso no es verdad. En muchos casos, el sufrimiento puede ser consecuencia de los desatinos personales (lo cual no implica, en absoluto, que lo envíe Dios), pero también puede ser el resultado natural de vivir en este mundo de dolor e injusticia. Los malteses pensaron que los presos se habían salvado de perecer en el mar, pero Pablo no se salvaría de morir por causa del veneno de la serpiente.

La historia relata que Dios hizo un milagro y el apóstol no murió. Al verlo, los isleños quisieron hacer de él un dios y adorarlo. Pablo, lógicamente, no aceptó las honras humanas, pero este incidente nos muestra una vez más que los milagros son intervenciones divinas que ocurren cuando Dios quiere y por las razones que él conoce.

En Acción

El que Dios no actúe siempre de manera visible no significa que no se ocupe de cada situación difícil que afrontan sus hijos. ¡Aprende a confiar en Dios y a vivir seguro en su protección!