27 de octubre | TODOS
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”» (Rom. 10: 14-15).
Un informe escalofriante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) relata que cada día veinticinco mil personas mueren de hambre en el mundo. Es gente que no tiene con qué alimentarse. Fallecen por inanición. No existen, en cambio, estadísticas para saber la cantidad de personas que llegan al momento final de su vida con el alma vacía, ahogadas en la desesperación y la angustia.
Millones de personas fallecen sin haber oído hablar de Jesús como la esperanza de los siglos. Mueren tal vez famosas, poderosas, millonarias y rodeadas de lujos, pero con el corazón vacío y el alma triste, ya que todas sus expectativas se limitaron a las cosas de esta vida.
Frente a este tenebroso panorama espiritual, el apóstol se hace las preguntas que leemos en el texto de hoy… ¿Cómo conocerán a Jesús si no se lo mostramos? La alegría de la salvación genera en ti el deseo de salir corriendo para anunciarles que no tienen por qué seguir sufriendo hambre espiritual, pues Jesús es el pan de vida. Cuando Dios te llama a sus brazos de amor, te llama al mismo tiempo para que seas un instrumento de comunicación del evangelio con tu vida, tu ejemplo y tu palabra. Nadie que ame de verdad puede quedar en silencio sin contarle a otro que ha encontrado el amor de su vida.
Hoy puede ser un día especial para ti si aceptas la invitación y te tornas fuente de agua viva para quienes perecen de sed en el mundo. Si lo haces, tus pies serán hermosos mientras camines por las calles de esta vida proclamando las buenas nuevas de que ya no es necesario pasar noches de insomnio, ni días en que la tristeza se apodere del corazón. ¿Aceptas la invitación del Maestro?
En Acción
¡Cuántos viven sin esperanza en este mundo! No hay tiempo que perder, cada minuto libre dedícalo a llevarles consuelo. Empatiza con ellos, dales pan si lo necesitan, sé su hombro sobre el que llorar, y que conozcan a Jesús.