20 de noviembre | TODOS

Preciosos consejos para una vida victoriosa

«Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1 Tes. 5: 23-24).

¿Qué significa ser santo? ¿Quién te santifica? No eres tú, no es tu esfuerzo, ni tu dominio propio. La santificación no es resultado del esfuerzo humano. Es Dios quien te santifica. Pablo deja muy claro aquí que es Dios quien nos santifica «por completo».

Muchos creen que el perdón de los pecados, que teológicamente llamamos justificación, es una obra completamente divina, mientras que en la santificación, consistente en el crecimiento espiritual, es necesaria la participación humana. Sin embargo, la Biblia enseña que toda la obra de la salvación, que comprende la justificación, la santificación y la glorificación, es una obra divina. Al ser humano solo le resta aceptar o rechazar. Por eso Pablo añade: «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará». ¿Quién te llama? Jesús. Tú y yo andábamos en nuestro triste camino de perdición hasta el día en que Jesús nos buscó, nos halló y nos llamó. ¿Y quién terminará la obra que inició en nosotros? Jesús. Por eso no existe salvación de no ser en Cristo Jesús.

¿Y cómo funciona esa obra maravillosa de santificación? Abarca al ser entero: «espíritu, alma y cuerpo». Facultades mentales, emocionales y físicas. Dios trabaja santificando la mente. La limpia, la transforma y la purifica. El resultado de esa obra alcanza al ser entero. El ladrón deja de robar y se vuelve una persona honesta. El alcohólico abandona el hábito y se torna un hombre libre. Pero esa obra es divina y no humana. No intentes hacerlo tú solo, porque el resultado será derrota y frustración.

Los griegos creían que el cuerpo era malo y la mente buena, pero Pablo afirma que el ser humano no se puede dividir. Existe correlación entre pensamientos, emociones y actitudes. Tu mente debe ser santificada para que tu cuerpo también lo sea. Y todo ese trabajo es divino. 

En Acción

¿Vives cansado de luchar con tus derrotas y compromisos incumplidos? No pelees más a solas. Recuerda que Jesús es «el autor y consumador de la fe» (Heb. 12: 2). Acepta hoy la promesa divina.