24 de noviembre | TODOS

Sé ejemplo en tu juventud

«Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1 Tim. 4: 12).

«No fui yo, no pude haber sido yo», se lamenta Hilda. Y llora el dolor de su realidad. La joven tiene apenas quince años. Una flor que se abre a la vida, regada con sus propias lágrimas. Lágrimas de tristeza. Gotas de arrepentimiento. Mueve la cabeza de un lado para otro e insiste: «No fui yo». Como si negar la realidad pudiese hacerla volver al pasado y escoger otro camino. «¿Cómo fui capaz de destruir el sueño de mis padres y el mío? No, no pude ser yo».

Pero fue ella, sí. Había sido ella misma la que, después de jugar al «amor», se descubriera esperando un bebé. Ella, que apenas pasaba de ser una simple niña. Nadie entiende las razones del alma. El corazón es misterioso e incomprensible. Te confunde, te engaña, te miente. Te hace creer que vas al paraíso y te conduce a la muerte.

Los años pasan. Creces. Te vuelves adulto. Y el corazón te sigue traicionando. No logras comprenderlo. Lloras repetidas veces por la leche derramada. Por el agua que se fue, que se perdió, llevando tus sueños tierra adentro, a regar la semilla del dolor, para hacerla brotar en forma de experiencia. Te preguntas: «¿Por qué?». Gritas: «¡No fui yo!». Pero fuiste tú y lo sabes. Tal vez por eso, el poeta nicaragüense Rubén Darío dijo que la juventud es un precioso don que se desperdicia en las manos de los jóvenes.

Sin embargo, desde el punto de vista bíblico no es inexorable. Es posible ser joven y sabio. Todo depende de tu relación con Dios. La sabiduría no es patrimonio de la edad.

En los días de Timoteo, como en todos los tiempos, muchos creían que ser joven era sinónimo de irresponsable. Pero el texto de hoy nos muestra cómo alentó Pablo al joven Timoteo a la vez que le recordaba la gran responsabilidad que le había sido confiada.

En Acción

Si eres joven, no por ello has de ser inmaduro: en Jesús es posible quemar etapas de maduración espiritual y servir de ejemplo a otros. Y si ya no eres joven, ¡alienta a quienes aún lo son evitando preconceptos sobre su edad! Canta “Sé ejemplo” (si es posible, con tu familia).