29 de noviembre | TODOS
«He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Tim. 4: 7-8).
Es madrugada fría en Jerusalén. Un hombre desesperado por las incoherencias de su vida camina después de horas de meditación y sufrimiento. Se le ve cansado, se mueve con lentitud, como si ya no quisiera seguir viviendo. Después, se arrodilla y clama entre lágrimas: «Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom. 7: 24).
Ese hombre es Pablo, el apóstol incansable y personaje clave en el desarrollo de la iglesia cristiana del primer siglo. ¿Cuál es la causa de su congoja? ¿Por qué su alma parece debatirse entre la vida y la muerte? Es consciente de su lucha. Hay dentro de su ser dos naturalezas que pelean entre sí por tomar el control de su voluntad. Pablo anhela hacer la voluntad de Dios pero repentinamente se descubre andando en sus propios caminos. Por eso sufre, gime y se lamenta. Es sincero y no comprende lo que sucede. Le llevará un tiempo entender los misterios de su batalla espiritual.
Lo más impresionante de su historia, sin embargo, no es su lucha, sino el final victorioso de su caminar. Años después de aquella madrugada de lágrimas, preso en Roma, esperando la sentencia del emperador, escribe a su joven amigo Timoteo un resumen de su vida. «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe».
La vida de todo cristiano es una batalla. El enemigo de Dios anda como león rugiente buscando a quien devorar. Cada vida derrotada es un punto a su favor y motivo de alegría. Cada vida fracasada causa intenso dolor a Cristo. Él pagó el precio de nuestro rescate.
En Acción
Si deseas seguir a Jesús, no esperes una vida suave y placentera. Prepárate para la batalla, sigue adelante siempre, guarda la fe, y llega al final de tus días seguro de que la gracia de Dios te tiene reservada la victoria. Canta “La buena batalla” (si es posible, con tu familia).