5 de diciembre | TODOS

Ejemplos de fe para ayudarte en tu jornada

«Pero ninguno de ellos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, recibió lo prometido, porque Dios tenía reservado algo mejor para nosotros, para que no fueran ellos perfeccionados aparte de nosotros» (Heb. 11: 39-40).

¿Que si hay motivos para entristecerse e indignarse frente a las injusticias de este mundo? ¡Claro que los hay! Y muchos, todos los días. En todos los lugares.

A César, por ejemplo, lo despidieron del trabajo por no respaldar una mentira del jefe. «Nadie va a morir por eso. No estamos matando, ni robando. Si no estás de acuerdo, no te necesito en mi empresa», le dijo el dueño, antes de despedirlo. Al salir, César sintió que la tierra temblaba bajo sus pies. ¿Qué hacer? ¿A dónde ir? ¿Cómo enfrentaría sus compromisos financieros? «Es injusto, Dios mío, es injusto», repetía, mientras se encaminaba a la parada del autobús en medio de la indiferencia de la multitud.

Entonces, dime, ¿hay motivos para entristecerse e indignarse por las injusticias de este mundo? Sí, pero Dios no abandona a sus hijos. César encontró empleo en otra empresa, y hoy es uno de los gerentes. El exjefe fue preso por un escándalo público, que implicó también a empleados que habían apoyado la mentira del patrón, por miedo a perder el empleo.

Vale la pena ser hombre o mujer de fe. El capítulo 11 de Hebreos ofrece la galería de hijos e hijas de Dios que enfrentaron dificultades pero permanecieron fieles a Dios a pesar de las turbulencias. «Experimentaron oprobios, azotes y, a más de esto, prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada. Anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados» (vers. 36-37). Y, con todo, según leemos en el texto de hoy, aún no recibieron la plenitud de su redención. 

En Acción

Esos «héroes» vivieron por la fe, arrostraron desgracias confiando en Dios, persistieron porque su gracia los sostuvo. Medita en su ejemplo y no dudes de que, como ellos, un día —si no ya hoy— verás que todo habrá valido la pena. Canta “Fe” (si es posible, con tu familia).