6 de diciembre | TODOS
«Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas» (Sant. 1: 17-18).
Todavía es temprano. Miro hacia fuera y veo un árbol que empieza a florecer anunciando que el invierno se va. Al fondo hay unos pinos tiernos bañados de rocío. Parecen llorar. Las gotas depositadas en sus ramas resbalan como lágrimas de una naturaleza con nostalgia del sol. Pues nada es perfecto: un sol esplendoroso brillando esta mañana completaría la belleza del paisaje, pero vivimos en un mundo marcado por el dolor y la tristeza.
A pesar de que las cosas no sean perfectas, hay un Dios Todopoderoso que creó la naturaleza. El enemigo la deformó, es verdad, pero existe belleza en medio de los cardos y espinos. Hay sonrisas en medio de la tristeza y el dolor. Y todo lo positivo del mundo revela que hay un Dios de amor detrás. «“Toda buena dádiva y todo don perfecto” son de Dios. No hay verdadera excelencia de carácter fuera de él. Y el único camino para ir a Dios es Cristo» (Elena G. White, El camino a Cristo, pág. 19).
Jesús ya viene, y el invierno de este mundo se irá para siempre. La paz volverá a reinar entre los humanos. El sol brillará para siempre porque, como hemos leído en el texto de hoy, Dios quiere el bien para nosotros y, dado que él nunca cambia, esto siempre será así.
Dios lo ha prometido y su Palabra se cumplirá. ¿Vives en este momento el crudo invierno de tu vida? ¿Sientes que ya no tienes fuerzas para resistir el vendaval de dificultades? No desesperes, Dios nunca permitirá que llegue a tu vida una prueba que no puedas soportar. Cuando la noche parece más oscura es cuando, de un momento a otro, el sol del nuevo día despuntará en el horizonte.
En Acción
El contexto de los versículos de hoy (ver Sant. 1: 13-20) muestra que Santiago nos invita a recurrir a Dios, fuente de todo lo bueno, para no caer en tentación y reincidir en viejos errores. ¡Bebe de esa fuente para evitarte problemas innecesarios! Canta “El don perfecto” (si es posible, con tu familia).