8 de diciembre | TODOS

Dios te llama para que seas santo

«Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: “Sed santos, porque yo soy santo”» (1 Ped. 1: 13-16).

Caminas por la calle y todos perciben que eres especial. Tu rostro refleja gloria. Vives en este mundo pero no perteneces a él. Ese es el tema que Pedro desarrolla en su primera epístola. El seguidor de Jesús es alimentado por una esperanza viva. No es una simple ilusión, sino una realidad experimental. El evangelio se hace carne en la vida del que se entrega a Cristo y las personas que lo rodean pueden ver a Jesús en él.

Pedro concluye entonces que, si tenemos una esperanza viva, nuestra vida será un jardín donde florecen la fidelidad y las buenas obras. Ya no vivimos como antes. Ahora andamos en los caminos de Dios, seguimos las pisadas del Maestro y vencemos las tendencias de la carne. Todo eso es el fruto maduro de la fe, porque nuestra experiencia está fundamentada en la gracia de Jesucristo.

Sin gracia no hay salvación, ni esperanza, ni victoria. La gracia es el eje central de la vida del cristiano. No es una gracia desprovista de dimensión práctica, sino que es gracia visible por los demás en los seguidores del Maestro. Es así porque estos, leemos arriba, ya no vivirán según sus antiguos deseos, sino de manera acorde a los deseos de Dios. Serán «santos».

La palabra ‘santo’ en griego significa «apartado para un propósito especial». Somos santos cuando, viviendo en este mundo, sabemos que nuestros valores son los del reino de Dios; y que somos humanos, como los demás, pero con un propósito especial. Entonces, percibimos cuánto nos ama el Señor y esto nos mueve a corresponder a ese amor, creciendo cada día en santidad, entendiendo y viviendo conforme al elevado propósito que tiene Dios para nosotros.

En Acción

Aunque el Espíritu haya cambiado tu corazón, el mundo y el Adversario siguen apelando a tu naturaleza caída. No es raro, por tanto, que los autores bíblicos te llamen a estar alerta y a ser coherente con tu conversión. Con tal fin, ¡conéctate aún más con Jesús!