9 de diciembre | TODOS
“Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia. (1 Pedro 2:9 y 10)
La vida plena viene de Dios y solo se la puede vivir en Dios. El pueblo de Israel no aprendió esta lección básica mientras caminaba rumbo al destino glorioso que el Señor le tenía preparado. El pueblo falló, caminó y nunca llegó. Conquistó, tal vez, un pedazo de tierra, un suelo de dolor y contradicciones pero no encontró la vida plena que viene de Dios y solo se la vive en Él. Alos suyos vino y los suyos no lo recibieron.
Mal sabían ellos que, el Cristo que rechazaron era la propia vida. Prefirieron las ilusiones vanas de un imperio terrenal y se olvidaron de que, su verdadero hogar no estaba en este mundo.
Sin embargo, los planes divinos no conocen derrota. Fracasamos los hombres, pero no Dios. El sueño divino de preparar un pueblo para vivir eternamente con Él continúa vivo y se cumple hoy en la iglesia. Nosotros somo hoy el linaje escogido, real sacerdocio, la nación santa y el pueblo adquirido por Dios.
Es crucial entender que fuimos adquiridos con la sangre preciosa de Jesús. Le costamos a Dios la vida de su propio Hijo. Por eso somos una nación santa. Gente separada del mundo para vivir vidas piadosas. Por eso Pedro advierte: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. (V11)
Continuamos peregrinando en este mundo rumbo a Canaán celestial. Ya se divisan las luces que emanan de sus palacios. La noche ya llega al fin. No hay más tiempo para
distraerse con las luces engañosas de esta vida. Somos una nación santa, linaje escogido para la salvación. ¿Aceptas este desafío? Abre tu corazón y dile sí a Jesús.