11 de diciembre | TODOS
«El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2 Ped. 3: 9-10).
Puede parecer que se demora. Desde la perspectiva humana de cien años de vida, tal vez se esté demorando. Eso es lo que muchos creen y por eso no le prestan atención a la urgencia de los tiempos que vivimos, e incluso se burlan de los que creen en el inminente retorno de Jesús. Sin embargo, Pedro aclara que el Señor no retarda su venida sino que espera con paciencia que tú y yo abandonemos nuestro camino de rebeldía y regresemos a sus brazos.
Pero ¡Jesús vendrá!, afirma el apóstol. Cuando en la agenda divina lleguen el día y la hora de su venida, los cielos se abrirán con gran estruendo y el Señor aparecerá con sonido de trompeta y acompañado de miles y millones de ángeles
Ese día la humanidad se dividirá en dos grupos. El primero levantará los brazos, con el rostro iluminado, para recibir al Señor, a quien sirvieron y adoraron. El segundo correrá a las peñas y a los montes pidiéndoles que caigan y lo sepulten, para no ver la gloria del Rey de reyes y Señor de señores.
Hoy es el tiempo de preparación. Hay lugar en ambos grupos. Es responsabilidad de cada individuo decidir su propio destino. No es tiempo de indecisión porque «el día del Señor vendrá como ladrón en la noche». Será una sorpresa. Cuando la mayoría de la humanidad crea que no hay novedad y que todo sigue como siempre.
¿En cuál de los grupos estarás? Hoy es el día de buena nueva, ¡hoy es el día de salvación!
En Acción
Dios se hace esperar, pero su promesa no fallará. Si «tarda» es porque quiere que todos se salven («procedan al arrepentimiento»). ¿No te convence esto de su infinito amor? Reflexiona en ello. Por lo demás, no dudes de que él consumará tu salvación. Canta “Esperando su venida” (si es posible, con tu familia).