13 de diciembre | TODOS

Él es fiel y justo

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 juan 1:9)

La confesión nace del alma. Se genera en el arrepentimiento, que no es otra cosa, sino la consciencia de haber ofendido a Dios. El arrepentimiento es un don divino que el Señor otorga al pecador herido por los dardos del enemigo. Existe mucha gente sangrando en el mundo. Las arenas movedizas del mal la van asfixiando en el túnel profundo de la condenación. ¿Hay esperanza para el pobre pecador?

Juan, en su primera epístola responde que sí. La promesa es categórica. No dice “tal vez sea perdonado”, ni “quién sabe pueda ser perdonado”. Declara que Jesús “es fiel y justo para perdonar”. La condición es “Si confesamos nuestros pecados”. Es primero necesario sentir dolor por el pecado y al mismo tiempo, el vehemente deseo de apartarse del mismo.

Sin embargo, la promesa de Jesús no se limita al perdón. Él es fiel y justo para perdonar los pecados y “limpiarnos de toda maldad.” Muchos desean el perdón. Loran y suplican por una nueva oportunidad, pero continúan cayendo y volviendo a su antigua manera de vivir.

La verdad es que el drama humano no consiste simplemente en caer, sino en cargar la fuente del pecado que la Biblia llama “naturaleza pecaminosa.” Esta es la raíz de todos los males. Pablo dice: “Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas.” (Gálatas 5:19-21)

Si el ser humano no viviera en “la carne”, no cometería las acciones pecaminosas. Todas las acciones malas que tratamos de evitar existen porque son consecuencias de la
naturaleza pecaminosa que arrastramos desde la entrada del pecado. ¿Hay solución?

Sí. Porque la obra divina de la redención no consiste apenas en perdonar nuestras acciones rebeldes, sino en “limpiarnos de toda maldad”. ¿Quieres ser limpio de toda maldad? Solo hay esperanza en Jesús.