18 de diciembre | TODOS
«Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma» (3 Juan 1: 2).
¿Crees que un buen cristiano ha de ser pobre y desdichado por el hecho de que el reino de Dios no es de este mundo? Del modo que acabamos de ver, Juan responde a esta pregunta en su epístola dirigida a Gayo. El apóstol le desea lo mejor. Quiere que le vaya bien en todo.
Este es también el deseo de Dios para sus hijos. Prosperidad en todas las cosas no es simple teología de la prosperidad. Es el deseo de Dios para sus hijos. Esto no significa que todo les irá bien a quienes siguen sus consejos.
Jesús mismo dijo que mientras vivamos en este mundo, tendremos aflicciones, pero esto no anula el anhelo divino de que sus hijos sean prosperados en todas las cosas, y que tengan salud para disfrutar de las bendiciones que les ha prometido.
Con todo, el objetivo final de Dios es nuestra prosperidad espiritual. «Así como prospera tu alma», dice Juan. El apóstol sentía un afecto especial por Gayo. «Pues mucho me regocijé —le dice— cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de cómo andas en la verdad» (3 Juan 1: 3).
La vida cristiana equivale a caminar. El día en que dejas de andar y de avanzar, empiezas a retroceder. La vida cristiana saludable es una vida en constante crecimiento. Gayo era un cristiano sano. Andaba en la verdad. Como resultado de ello, su vida era una fuente de inspiración y testimonio que impactaba a los demás.
En Acción
Solo experimentarás salud espiritual si andas, y si «andas en la verdad»; es decir, en Jesús (ver Juan 14: 6). Conoce cada día mejor a Jesús en su Palabra y en tu vida para ser fuente de inspiración y de «regocijo» (alegría), tal como lo era Gayo.