19 de diciembre | TODOS

Quién pertenece a Dios

“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios”. (3 Juan 1:11)

Es inevitable ser incólume a las influencias de la cultura en la cual vivimos. La manera de pensar y comportarse de las personas que viven a nuestro redor nos inspiran para el bien o nos arrastran hacia el mal. En los tiempos de Juan había dos personas opuestas en su manera de pensar y de conducirse. Eran Diótrefes y Demetrio. La biblia no dice mucho de Diótrefes. Lo único que sabemos es que le gustaba ser el primero en todo, el jefe, tener la última palabra. No admitía otras opiniones. Su voz tenía que ser la autoridad final. Y ni siquiera respetaba a los apóstoles como Juan. Él se consideraba con el derecho de decir quién podía o no visitar la iglesia y ocupar el púlpito.

A veces, nosotros idealizamos a la iglesia primitiva. Pensamos que los hermanos de aquellos tiempos eran un grupo de angelitos listos para ir al cielo. Pero, ellos no eran ni peores, ni mejores que nosotros. Tenían las mismas luchas que tenemos hoy. La lucha por el poder no es algo que solo existe en el ejército, en las empresas, en los clubes o en la sociedad. Por doloroso que parezca, existe también en la iglesia. Evidentemente la influencia de Diótrefes era negativa.

Por otro lado, estaba Demetrio, un buen cristiano que apoyaba la obra de los apóstoles y ejercía una influencia positiva en la iglesia. Es en este contexto que Juan le aconseja a Gayo: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios”.

¿Anhelas ser de Dios? La maldad te impide ver a Dios. Deforma tu visión de las cosas, situaciones y personas. Sigue el bien, no imites la maldad. Y Sé una influencia positiva por donde quiera que fueres. ¡Qué palabras sabias las de Juan!