25 de diciembre | TODOS
“Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Apocalipsis 7:16 y 17)
La historia está llegando a su fin. Cristo regresará para reclamar a sus fieles, y se los llevará por mil años al cielo. Después los traerá de vuelta para que sean los habitantes de una tierra totalmente renovada y transformada. El Apocalipsis termina relatando la victoria final de Jesús y de sus redimidos, y la erradicación completa del pecado. Todos los que decidieron seguirlo entrarán finalmente con Cristo en el hogar.
El profeta Isaías, por su lado afirma que, en ese hogar celestial los redimidos edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite ni plantarán para que otro coma. (Isaías 65:21 y 22)
Puede haber más justicia social que ésta? La lucha entre el capital y el trabajo habrá llegado a su fin. No habrá más explotación del hombre por el hombre, ni clases sociales, ni diferencias en la capacidad adquisitiva de la gente (Santiago 5:1-3) También llegará a su fin la violencia: “El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey... No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. Jehová lo ha dicho”(Santiago 65:25)
Este es el fin de pecado y el comienzo de una vida sin fin. La promesa es clara. Las consecuencias terribles del pecado como el hambre, la sed, el calentamiento global habrán llegado al fin. En vista de esta tierra renovado, la tristeza y la aflicción
desaparecerán y las lágrimas, que son símbolo de las penas y dolores, no perturbarán más la felicidad humana porque Dios “enjugará toda lágrima de los ojos de sus hijos”.
La promesa fue hecha para ti. Puedes apoderarte de ella con fe. ¿Estás listo para hacerlo? Ya se divisa la luz de un nuevo día. No hay más tiempo para la indecisión.