29 de diciembre | TODOS
“Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre?, pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.” (Apocalipsis 15:3-4)
El otro día conversé con una persona que creía que estaba perdida por causa de sus constantes errores y promesas no cumplidas. “Si dependiese de mí, estoy perdido, pastor”, me dijo angustiada. Y es verdad. Si dependiese de nosotros no solo él estaría perdido, sino todos nosotros , a pesar de lo que consideramos nuestras buenas obras, que para Dios son como trapos de injusticia.
Pero, en el libro de Apocalipsis, casi al final, antes de que se derramen las 7 últimas plagas sobre el mundo impenitente, se registra el cántico de los redimidos. Juan dice que ellos cantan “el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero”. Este es el cántico que Moisés y los israelitas cantaron en gratitud a Dios después que el Señor los librara de morir ahogados en el Mar Rojo. Ahora, en el final de los tiempos, el pueblo de Dios canta este himno antes de su liberación final. El centro del himno es el Señor Jesucristo, por eso se llama el cantico del Cordero. Y ¿qué dice este himno? Que la victoria final de los hijos de Dios no será el fruto de sus esfuerzos humanos, sino de las obras divinas del Cordero: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”.
Solo Jesús es santo y solo su justicia es perfecta. No hay nada que el pobre pecador, por más arrepentido que se encuentre, sea capaz de hacer para vivir una vida de victoria sobre el mal, a no ser confiar en que, Jesús puede hacer por él lo que es incapaz de hacer por sus propias fuerzas. ¿No es alentadora esta promesa?