12 de febrero | TODOS
«El maná era como semilla de culantro, y su color como color de bedelio. El pueblo se esparcía y lo recogía, lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas. Su sabor era como sabor de aceite nuevo. Cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él» (Núm. 11: 7-9).
¿Por qué las cosas tristes son más sombrías y opacas cuando falta pan? Israel vagaba por las arenas de Sitín. Añoraba las comidas de Egipto. La libertad que ahora disfrutaba no tenía sabor, porque no había sabor alguno que probar en aquella tierra inhóspita. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y el líder, a su vez, corrió a Dios y le preguntó qué hacer.
¿Has notado que, cuando nos rodean circunstancias difíciles, lo primero que hacemos es preguntarle a Dios cómo salir de ellas, en vez de preguntarnos qué lección podríamos aprender de las mismas? Moisés consultó con Dios y después se dirigió al pueblo y le dijo: «En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, y a la mañana veréis la gloria de Jehová; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová» (Éxo. 16: 6-7).
Al día siguiente, «cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra. Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto?”, porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: “Es el pan que Jehová os da para comer”» (Éxo. 16: 14-15).
«El maná que caía del cielo para el sustento de Israel era un símbolo de Aquel que vino de Dios a dar vida al mundo. Dijo Jesús: “Yo soy el pan de vida”» (Elena G. White, Patriarcas y profetas, pág. 269).
Con frecuencia, mientras nos preocupamos por la comida y la bebida, Dios desea mostrarnos su gloria. Su gloria es su carácter. Si fuésemos semejantes a él, las dificultades de esta vida no nos asustarían. Veríamos más allá de lo que ven nuestros ojos. Seríamos capaces de soñar y andar por la fe. Phillips Brooks amonestaba a su oyentes diciéndoles: «No oréis pidiendo una vida fácil, orad pidiendo fuerza y poder para vencer las dificultades».
En Acción
En lugar de sucumbir a las adversidades, pide al Señor sabiduría para aprender de ellas. Recibirás de él un diario «maná» de bendiciones espirituales.