19 de febrero | TODOS
«Luego volvimos y salimos al desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho, y durante mucho tiempo estuvimos rodeando los montes de Seir» (Deut. 2: 1).
En el desierto no existían caminos, solamente arena intransitada. En aquellos senderos secos, donde el alma sedienta rumiaba su rebeldía, el pueblo muchas veces se detenía a llorar por causa de sus muertos. Las mujeres, pálidas, inertes, con su trenza de luz descolorida. Los hombres, esqueléticos, envejecidos, con su nombre para siempre olvidado. Cadáveres de gente amada eran dejados atrás mientras la caravana errante continuaba su jornada siguiendo la nube protectora de día y la antorcha ardiente de noche. Los días, los meses y los años se deslizaban lentos agonizando en cada atardecer. Era el precio de la rebeldía.
Israel había empleado menos de dos años para llegar de Egipto a la tierra prometida, pero no tomó posesión de ella de inmediato por causa de su incredulidad. Vagó cuarenta años, consumiéndose como una vela en cada anochecer. Casi al final del peregrinaje Moisés les recordó que Dios los hizo «caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua» (Deut. 8: 15).
¿Cuál fue la razón de la demora? La rebeldía e incredulidad del pueblo. ¿Y cuál el propósito de permitirla? Moisés lo explicó: «Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos» (Deut. 8: 2).
Israel necesitaba reflexionar y aprender. El desierto le enseñaría a depender y confiar en Dios; a vivir por fe y a seguir sus orientaciones. Solo así estaría preparado para entrar en la tierra prometida.
Hoy, caminamos hacia nuestro hogar eterno, tierra linda y maravillosa que no ha subido al pensamiento humano. Hoy también es tiempo de reflexionar y aprender. Tiempo de permitir que Dios controle nuestra vida y dirija nuestras elecciones. Es hora de prepararse para entrar en nuestro glorioso hogar.
En Acción
En tu vida también habrá desiertos que Dios permitirá para que recapacites. Pídele que te ayude a reconocerlos, que te oriente en medio de ellos, y se tornarán pruebas victoriosas.