3 de marzo | TODOS
«Jericó estaba cerrada, bien cerrada, por temor a los hijos de Israel: nadie entraba ni salía. Pero Jehová dijo a Josué: “Mira, yo he entregado en tus manos a Jericó y a su rey, junto con sus hombres de guerra”» (Jos. 6: 1-2).
Cuando en la década de 1950 la arqueóloga británica Kathleen Kenyon excavó el yacimiento de la antigua Jericó, atravesó numerosos estratos apilados, uno sobre los otros, y en el último de ellos encontró los restos de lo que habría sido un pequeño poblado, supuestamente la primera ciudad de Jericó. Lo impresionante del hallazgo fue un inmenso muro que rodeaba todo el poblado. Tenía cinco metros de alto y tres de ancho y debieron de ser necesarias unas diez mil toneladas de materiales de construcción para levantarlo.
Desde el punto de vista humano, sería imposible conquistar Jericó, pero Jehová le dijo a Josué que lo había entregado en sus manos (ver texto de cabecera). Dios utilizó un método totalmente singular para la conquista de Jericó. Todo lo que el pueblo tuvo que hacer fue marchar durante siete días alrededor de la ciudad y en el séptimo día marchar siete veces y gritar. Los muros se vinieron abajo y la ciudad fue conquistada.
El episodio prueba que la extrema necesidad del ser humano es la oportunidad de Dios. Israel ya debería estar acostumbrado. Desde su salida de Egipto hasta su llegada a los límites de Jericó, había experimentado una sucesión de milagros. Dios cumplió su palabra una vez más.
La lección que aprendemos de la conquista de Jericó es que cuando estamos al lado de Dios y seguimos sus orientaciones, los muros de dificultades son milagrosamente derribados y la victoria es alcanzada. No hay nada imposible para Dios y él puede utilizar cualquier método para hacer valer sus designios.
¿Qué muro se levanta delante de ti en este momento? ¿Cuál es la imposibilidad? ¿Qué puertas se encuentran «cerradas, bien cerradas»? En el nombre de Dios, ¡deja tus lamentos a un lado! ¡Levántate y verás derribados los muros de los imposibles! ¡Jericó es tuya!
En Acción
Medita en el método utilizado por Dios para la conquista de Jericó. No dudes de que él puede utilizar algo inesperado e incluso inusitado para ayudarte, aunque todo parezca difícil.