7 de marzo | TODOS
«Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová» (Jos. 24: 15).
Este pasaje retrata el clímax de la experiencia de Josué y del libro que lleva su nombre. En su discurso de despedida ya al final de su vida, el líder que Dios había suscitado para el pueblo de Israel les hace un llamado. A la vez, reafirma su compromiso inmutable de servir a Jehová juntamente con su casa.
No se puede servir a dos señores. Jesús mismo lo diría siglos más tarde. La persona que anhela seguir a Dios pero no se rinde completamente a él ni lo pone en primer lugar, jamás disfrutará de una experiencia de fe y de victorias como las que tuvo Josué. Josué escogió servir a Dios. No solo él, sino que llevó a toda su familia con él.
Satanás está trabajando intensamente en nuestros días para atacar y destruir la familia. Lo hace de diferentes maneras: minimizando la importancia del matrimonio y creando la idea de que ya no es necesario; llevando a los miembros de una familia a gastar su tiempo en asuntos seculares; permitiendo que los padres estén ocupados con sus trabajos sin poder dedicar tiempo de calidad a los hijos; y produciendo tibieza espiritual al lograr que no se celebren cultos y momentos de devoción en familia, entre otras cosas.
Josué, aunque ocupado en liderar y dirigir al pueblo de Israel, no descuidó su vida espiritual y su relación con Dios. Tampoco dejó de ministrar a su familia como sacerdote y líder espiritual de su hogar. Josué es un ejemplo de coherencia y de alguien que buscó llevar la salvación a otros, pero sin olvidar que su misión y responsabilidad más importante era llevarla a su familia en primer lugar. Que el Señor te ayude a ser como Josué y a poder decir: «Yo y mi casa serviremos a Jehová».
En Acción
Esta puede ser tu oración: «Ayúdame, Señor, a conocerte cada día mejor. Revísteme de tu poder a fin de ser un canal de salvación para mis allegados. ¡Amén!». Canta “Serviremos a Jehová” (si es posible, con tu familia).