12 de marzo | TODOS

Sansón y su trágico fin

«Descendió Sansón a Timnat y vio allí a una mujer de las hijas de los filisteos. Regresó entonces y lo contó a su padre y a su madre, diciendo: “He visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer”» (Jue. 14: 1-2).

Sansón vivía arrastrado por sus pasiones. Parecía una hoja seca que el viento arrastra. No buscaba a Dios. Tomaba decisiones llevado solo por los sentidos. «Vio a una mujer», volvió a casa y les dijo a sus padres: «He visto a una mujer». Ellos trataron de disuadirlo. Sin embargo, él insistió: «Tomádmela por mujer, porque ella me agrada» (cf. Jue. 14: 3). No dijo: «Dios la escogió para mí», sino: «Ella me agrada». 

A lo largo de su existencia jugó con la gracia divina. No una o dos veces, sino muchas. Pero, como había recibido el don divino de la fuerza física, seguía venciendo a los enemigos y librándose de los peligros. Hallándose atado en cierta ocasión, los filisteos iban a matarlo, pero «el espíritu de Jehová vino sobre él y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego y las ataduras se cayeron de sus manos» (Jue. 15: 14-15).

La persona que juega con la voz del Espíritu corre el peligro de adormecer la conciencia. Eso fue lo que sucedió con Sansón. Desechó el don que Dios le confiara. Como Jacob, mercadeó con la bendición. Por causa de una pasión, cayó en manos de la traicionera Dalila, quien, después de cortarle el cabello, al ver que venía el enemigo, le dijo: «“¡Sansón, los filisteos sobre ti!”. Sansón despertó de su sueño y pensó: “Esta vez me escaparé como las otras”. Pero no sabía que Jehová ya se había apartado de él» (Jue. 16: 20).

¡Qué pena! Sansón no sabía que Dios ya se había apartado de él. Jugó demasiado con la gracia, se endureció contra el Espíritu, consideró con liviandad la Palabra de Dios y, cuando más necesitaba de él, descubrió que estaba solo.

¿Podríamos nosotros correr el mismo peligro?

En Acción

Mírate hoy al espejo y hazte honestamente esta pregunta: «¿Existe algún objeto de deseo que absorba mi atención y adormezca mi conciencia?». Algún allegado tuyo también podrían ayudarte a evaluar si te estás alejando de los caminos de Dios.