15 de marzo | TODOS
«Así fue como Booz tomó a Rut y se casó con ella. Se unió a ella, y Jehová permitió que concibiera y diera a luz un hijo» (Rut 4: 13).
Trabajaba desde la mañana hasta la tarde recogiendo el trigo que sobraba en los campos ya segados de las campiñas de Belén. Su vida era rutinaria y monótona. Luchaba apenas para sobrevivir hasta que un día Booz, el dueño de aquellas tierras, la vio, y le dijo:
«—Oye, hija mía, no te vayas, ni recojas espigas en otro campo; te quedarás aquí […]. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
»Entonces ella, bajando su rostro, se postró en tierra y le dijo:
»—¿Por qué he hallado gracia a tus ojos para que me favorezcas siendo yo extranjera?» (Rut 2: 8-10)
La expresión «he hallado gracia a tus ojos» denota la esencia de la salvación. ¿Qué sería de nosotros si un día no hubiéramos hallado gracia a los ojos de Dios? Éramos extranjeros y peregrinos, como la moabita Rut, caminábamos en el desierto de esta vida buscando al menos sobrevivir, pero Jesús, el «pariente redentor», el Booz espiritual, nos halló en nuestra soledad, nos amó primero, y nos transformó en ciudadanos de su reino. Por eso Pablo dice: «Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia» (1 Ped. 2: 10).
Booz amó a Rut y la hizo su esposa. De ese amor, nació Obed, padre de Isaí, padre de David, de cuya raíz vino el Señor Jesucristo, nuestro «pariente redentor». Realmente el amor de Booz y Rut impactó la historia humana. Dios desea también, a través de su gracia, usarte para escribir una historia de amor y así causar un impacto en otras personas, la iglesia y el mundo.
En Acción
Recuerda una historia de amor que haya sucedido en tu familia y medita en cómo Jesús actuó en ella con su gracia.