18 de marzo | TODOS

Las consecuencias de desechar a Dios

«Dijo Jehová a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”» (1 Sam. 8: 7).

Durante cuatrocientos años Israel, en la tierra prometida, había sido liderado por jueces, escogidos por Dios para guiar a su pueblo. Los jueces no habían establecido un sistema de gobierno permanente, solo satisfacían una necesidad específica en un momento de crisis. Eran diferentes de los reyes de otros países, que regían sobre el pueblo a través de un gobierno con todo el aparato burocrático, lo cual finalmente podía ser una maldición.

En el capítulo 8 de Jueces se le ofrece el trono de Israel a Gedeón, pero este responde: «No seré señor sobre vosotros, ni lo será mi hijo. Jehová será vuestro Señor» (Jue. 8: 23). Gedeón conocía el plan divino. Sabía que los jueces eran simples instrumentos en las manos del verdadero gobernante, que era Dios.

Sin embargo, los israelitas repararon en el sistema de gobierno de países circunvecinos y exigieron que se les nombrara un rey, expresando así implícitamente que no necesitaban que Dios los dirigiese. Ellos se bastarían para valerse por sí mismos. 

El Señor les concedió lo que pidieron. Él nunca discute con el ser humano. Presenta delante de él la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Advierte que el mejor camino es el de la bendición, pero no obliga a nadie a ir por ahí. 

Al pedir que se les diera un rey, no estaban rechazando a Samuel como portavoz de Dios, sino al propio Dios como dirigente de su pueblo. La historia se encargaría de demostrarles su insensatez. El pueblo sufrió, lloró, fue humillado y sojuzgado muchas veces por reyes apóstatas que no tenían en cuenta a Dios para nada. 

Todos tenemos la oportunidad de decidir para vida o muerte, felicidad o desgracia. ¿Cuál es tu decisión?

En Acción

¿Has pensado en que cuando confías demasiado en tus propias ideas puedes estar rechazando a Dios sin darte cuenta? Mejor pide la dirección divina para todo lo que tienes que hacer hoy.