19 de marzo | TODOS
«Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues habéis visto cuán grandes cosas ha hecho por vosotros» (1 Sam. 12: 24).
La puerta se encuentra abierta. El silencio en aquella hora aterra, y Agustín no logra vencer el temor. «¿Por qué no entras de una vez?», le ordena la voz del jefe. El joven estudiante respira hondo, como hacen los cantantes líricos, y entra con paso firme. Sabe que será difícil decirle al jefe que, por causa de su conciencia, no podrá hacer lo que le pide. Sabe también que si pierde el empleo no contará con medios para seguir estudiando. ¿Qué hacer? Tal vez otra persona no tendría los conflictos interiores que tiene Agustín, pero él conoce la Biblia y respeta sus principios porque sabe que vienen de Dios.
Agustín no es la única persona que ha tenido que enfrentar momentos difíciles por respetar principios. A lo largo de la historia, Dios siempre tuvo hijos extraordinarios que prefirieron morir antes que traicionar su conciencia. Hoy, no es diferente. Seguir la corriente secular que banaliza las cosas divinas es fácil. Es lo establecido por la cultura de nuestros días, lo políticamente correcto. Pero entonces te llega desde el pasado la voz de Dios que desafió a Samuel: «Solo teme a Dios, y sírvele de verdad con todo tu corazón».
El temor que se menciona aquí no es el sentimiento enfermizo fruto de la amenaza, sino el respeto y la reverencia, nacidos del amor. Por eso la petición divina se completa con la frase «sírvele de verdad con todo tu corazón». Solo cuando sirves con el corazón impactado por el amor de Dios, el servicio es verdadero. Pero si no has descubierto ese amor, tu servicio siempre será «forzado», «fingido», o como lo quieras llamar.
Hoy más que nunca Dios, la sociedad y la familia requieren de hombres y mujeres que hayan descubierto el sublime amor divino y sirvan al prójimo sin mirar a los lados para ver si alguien los observa.
En Acción
¿Qué tipo de servicio es el tuyo? Pondera todo lo que ya te dio el Señor, recuerda todas sus promesas y entrégate a él sin escatimarle un segundo. A la postre serás más feliz además de hacer más felices a quienes se relacionen contigo.