8 de abril | TODOS

La oración de Eliseo

«Y oró Eliseo, diciendo: “Te ruego, Jehová, que abras sus ojos para que vea”. Jehová abrió entonces los ojos del criado, y este vio que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (2 Rey. 6: 17).

Los sirios habían llegado y sitiado la ciudad, amparados por las sombras de la noche. Al rayar del día, el siervo de Eliseo contempló aquella multitud de soldados armados hasta los dientes y casi desfalleció. La primera pregunta que hizo fue: «¡Señor mío! ¿Qué haremos?» (2 Rey. 6: 15). Pregunta muy humana. Expresa incapacidad, impotencia, fragilidad y resignación.

¡Cuántas veces en nuestro peregrinar por esta tierra surgen huestes enemigas que nos quieren destruir! Vienen camufladas, vestidas de sombras, escondidas, y repentinamente se muestran como realmente son: enemigos dispuestos al ataque frontal, sitiando la ciudadela de nuestra alma. La pregunta instintiva que surge es: ¿Qué haremos? En ocasiones, desde el punto de vista humano, da la impresión de que no habrá manera de enfrentarlos.

Eliseo, sin embargo, aquel día, a la pregunta de su siervo, oró a Dios pidiéndole que pudiera ver más allá de lo tangible. Este tal vez sea el mayor milagro que el Señor necesita realizar en nuestra vida. No que el enemigo desaparezca, sino que abra nuestros ojos para contemplar que la batalla aparentemente perdida ya fue ganada por él. Se trata de ver, con los ojos de la fe, que Dios tiene poder frente a cualquier adversidad que nos sobrevenga.

En Acción

Existen millones de ángeles invisibles que acampan a tu alrededor. No temas a tus enemigos, no huyas, no inventes disculpas. Si es preciso, encáralos, pues nunca estás solo. Hay «gente de a caballo y de carros» a tu lado. Nadie podrá derrotarte. Canta “La oración de Eliseo” (si es posible, con tu familia).