6 enero | Niños
«Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante» Génesis 4: 4-5
¡Es triste recordarlo! Cada día, Adán y Eva descubrían más consecuencias de no haber escuchado a Dios. Para ayudarles a entender la importancia de seguir sus caminos, Dios les enseñó a ofrecer un corderito en sacrificio. Este acto, aunque triste, tenía un significado especial: apuntaba hacia Jesús, quien mucho más adelante daría su vida por todos nosotros.
Adán y Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel, quienes aprendieron también sobre este sacrificio. Abel seguía las instrucciones de Dios con cuidado, pero Caín decidió hacer las cosas a su manera y ofreció frutas en lugar del cordero. Esto no agradó a Dios, quien esperaba obediencia.
Desafortunadamente, Caín se dejó llevar por el enojo y cometió un terrible acto contra su hermano Abel. Esta historia nos muestra cuán importantes son las consecuencias de nuestras decisiones y la obediencia a Dios.
En acción
¿Qué tal si hablas con tu mamá o papá para orar juntos? Pueden pedirle a Dios que les ayude a ser siempre obedientes y a seguir su camino.