8 enero | Niños

Lenguas extranjeras

«Después dijeron: «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de toda la tierra» Génesis 11: 4

Después del diluvio, solo la familia de Noé quedó en la tierra. Con el tiempo, esta familia creció mucho y la tierra se llenó nuevamente de personas. Pero, tristemente, muchas de estas personas olvidaron a Dios y empezaron a adorar a otros dioses, alejándose del verdadero camino.

Incluso tuvieron la idea de construir una torre muy alta, pensando que podrían salvarse de otro diluvio por sus propios medios. La torre llegó a ser tan alta que parecía tocar las nubes. Pero Dios sabía que no era bueno lo que estaban haciendo, pues estaban actuando con arrogancia, olvidándose de Dios.

Para enseñarles una lección y recordarles que no debían alejarse de su creador, Dios decidió hacer algo sorprendente: de repente, cuando uno pedía agua, otro entendía que pedía cemento; si alguien quería ladrillos, recibía agua. Pronto, no podían entenderse entre ellos y empezaron a discutir.

Así fue como se formaron muchos idiomas diferentes y la gente se dispersó por toda la tierra, formando grupos según el idioma que entendían.

En acción

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