13 enero | Niños
«Llamaron, pues, a Rebeca y le preguntaron: —¿Irás tú con este hombre? Ella respondió: —Sí, iré» Génesis 24: 58
Isaac, convertido ya en un joven apuesto, enfrentaba la tristeza por el fallecimiento de su madre, Sara. En esos tiempos, los padres solían elegir a los cónyuges de sus hijos, y Abraham, consciente de la importancia de mantener la fe y los valores familiares, deseaba para Isaac una esposa que compartiera su amor por Dios y no siguiera prácticas idolátricas.
Para cumplir esta misión, Abraham confió en su fiel siervo Eliezer, encargándole la tarea de encontrar la esposa adecuada para Isaac, pero no entre las familias de su entorno inmediato, donde el amor por Dios había decaído. Eliezer partió entonces en un viaje, llevando consigo camellos y oraciones, hacia la tierra natal de Abraham.
Al llegar, Eliezer oró por una señal divina que le guiara a la mujer destinada a ser esposa de Isaac. Fue entonces cuando apareció Rebeca, una pastora de excepcional belleza y virtud, que demostró su bondad y amor por Dios. Al saber la razón del viaje de Eliezer, Rebeca aceptó, emocionada, la propuesta de unirse en matrimonio con Isaac, un hombre descrito por Eliezer como bondadoso y fiel a Dios.
La unión de Isaac y Rebeca fue motivo de gran alegría, marcando el inicio de una nueva generación que continuaría el legado de fe y promesa establecido por Abraham.
En acción
Es un buen momento para conversar con tus padres sobre cómo se conocieron. Pídeles que compartan su historia de amor y descubre las coincidencias y diferencias con la historia de Isaac y Rebeca.