14 enero | Niños

El precio de una mentira

«Y tuvo un sueño: Vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo. Ángeles de Dios subían y descendían por ella» Génesis 28: 12

Isaac y Rebeca se convirtieron en los felices padres de dos gemelos, Jacob y Esaú. En esos tiempos, el hijo mayor solía recibir una bendición especial y la mayor parte de la herencia. Aunque Esaú nació primero, fue Jacob quien, por su amor a Dios, estaba destinado a recibir esa bendición única.

Dios haría esto en el momento oportuno.

Cuando Isaac envejeció y su vista se debilitó, pensando en su muerte cercana, pidió a Esaú que cazara y preparara su comida favorita para bendecirlo. Jacob, aprovechando la ausencia de Esaú, y siguiendo el consejo de Rebeca, se hizo pasar por su hermano y recibió la bendición destinada a Esaú.

Esaú, al descubrir lo sucedido, se llenó de ira. Jacob, lleno de miedo y arrepentimiento por su engaño, huyó de casa. Se cansó mucho de caminar y se tumbó en el suelo a dormir. Durante su fuga, exhausto, Jacob soñó con una escalera que tocaba el cielo, por la que ángeles ascendían y descendían. En este sueño, Dios le aseguró su perdón y amor. ¡Este encuentro reconfortó el corazón de Jacob!

En acción

Reflexiona si alguna vez has dicho una mentira. Habla con tus padres sobre ello y pide a Jesús que te perdone, tal como aprendimos que el perdón y el amor son posibles después de un error.