21 junio | Niños
«Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» Eclesiastés 3: 1
A veces me siento un poco cansado de hacer las mismas cosas todos los días, y seguro que a ti también te pasa. Pero hay algo muy especial que aprendí: todo en la vida tiene su momento.
¿Sabías que el sabio Salomón nos enseñó que hay un tiempo para cada cosa bajo el sol? ¡Así es! Existe un momento para nacer y otro para crecer; uno para sembrar nuestras plantitas y otro para ver cómo dan frutos. Hay días para correr y jugar hasta cansarnos, y días para quedarnos tranquilos, curando nuestras rodillas raspadas.
Incluso hay momentos para construir castillos de arena y otros para derribarlos y empezar de nuevo. Tiempos para reír a carcajadas y tiempos para secar nuestras lágrimas cuando algo nos pone tristes. Hay ratitos para abrazar fuerte a nuestras familias y momentos para decir adiós a un amigo que se muda lejos.
Y sí, también hay un tiempo especial para escuchar los consejos de mamá y papá, para soñar mientras dormimos, para disfrutar de una rica comida y luego descansar, para ensuciarnos jugando en el parque y luego tomar un baño caliente. ¡Hasta hay un tiempo para ir a la iglesia y otro para hacer castillos en la playa!
A veces, deseamos que los momentos felices duren para siempre o que los difíciles pasen volando. Pero lo importante es aprender a tener paciencia y saber que cada cosa tiene su tiempo perfecto.
En acción
¿Qué tal si hacemos un experimento? Coloca tres semillitas de porotos en un algodón húmedo. Cada día, mira cómo crecen poquito a poquito. Así como las plantitas, nosotros también crecemos y aprendemos en el tiempo perfecto que Dios nos da.