22 junio | Niños
«Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas» Eclesiastés 9: 10.
Todos tenemos actividades que nos llenan de alegría y satisfacción. Algunos encuentran placer en la creatividad del dibujo, otros en la libertad del movimiento al correr o nadar, y hay quienes disfrutan de la expresión a través de la escritura. Estos talentos, grandes o pequeños, son regalos preciosos de Dios, diseñados para enriquecer nuestra vida y las de quienes nos rodean.
Sin embargo, es esencial recordar de dónde provienen estos dones. No son meramente el resultado de nuestro esfuerzo, sino manifestaciones de la gracia de Dios en nosotros. Usarlos con humildad y para propósitos nobles refleja nuestro agradecimiento hacia él y nuestro reconocimiento de su generosidad.
Por otro lado, en la vida cotidiana, nos encontramos con tareas que quizás no nos entusiasman tanto, pero son igualmente importantes. Desde las responsabilidades del hogar hasta los deberes escolares o laborales, estas actividades merecen nuestro mejor esfuerzo. Al realizarlas con diligencia y amor, como si fueran para Jesús, transformamos lo ordinario en extraordinario y abrimos las puertas a las bendiciones de Dios.
En acción
Reflexiona sobre los talentos que Dios te ha dado y cómo los estás utilizando. Luego, piensa en esas tareas que no te gustan tanto. Ora con estas palabras: «Querido Dios, gracias por los dones que me has dado. Ayúdame a usarlos para glorificarte y a enfrentar mis responsabilidades diarias con alegría, sabiendo que todo lo hago para ti. En el nombre de Jesús, ¡amén!»