19 enero | Niños
«Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente» Génesis 50: 20
Cuando José se reencontró con sus hermanos, las emociones desbordaron su corazón, llevándolo a retirarse a una habitación para llorar. Tras recomponerse, regresó ante ellos, aún con dudas sobre la naturaleza de sus corazones. Para descubrirlo, José puso a prueba a sus hermanos: compartió una comida con ellos, ocultó su copa de plata en uno de sus sacos de grano y observó cuidadosamente sus reacciones ante estas situaciones.
Después de estas pruebas, y cuando los hermanos regresaron en busca de más provisiones, José reveló su verdadera identidad: “Yo soy José, vuestro hermano, al que vendisteis a Egipto”. Ante esta revelación, sus hermanos quedaron petrificados por el miedo, temiendo la venganza. Sin embargo, José, con gran bondad en su corazón, los tranquilizó y perdonó, asegurándoles que lo sucedido había sido parte de un plan divino para salvar vidas.
Con lágrimas, José abrazó a cada uno de sus hermanos y luego los invitó a vivir en Egipto, bajo su protección. Esta reunión fue especialmente emotiva cuando José pudo finalmente abrazar a su anciano padre.
En acción
Intenta recrear los abrazos de José con tus padres o hermanos, mostrando el amor y el perdón que José sintió por su familia.